marți, 7 ianuarie 2014



Ser un manantial, de agua pura, y cristalino
bañaría con la frescura de mi alimento divino
todas las cimientes en valles, bosques y el trigo
de las flores , la familia, al hombre y al niño.
                                                                    
Sería Cóndor, de los cielos, de cuello blanco
amaría a la bella de las nubes, el Águila dorada
y juntos volar hasta los más alejadas madrugadas
escudriñando los hermosos ocasos y alboradas.

Si pudiera, sería sol, y alimentaría y daría vida
a todo el ser que quiera, que crezca y viva
alejándolo de las frías y desoladas penumbras
a aquél que con corazón y alma, ame y quiera.

También sería viento, para llevar las tormentas
darles mi savia y regando a los secos desiertos
también toda mi alma, mi agua y mi sustento
a la arenas calientes y grises, tristes y yertas.

Seria luna, que con su bella luz y pura blancura
cómplice de caricias, luz del amor y la esperanza
de los enamorados, en las ardientes madrugadas
de su pasión, de sus bocas, besos y dulce locura.

Sería un ángel, custodia de los niños, jugando
quitarles el frio, dolor, el hambre y sufrimiento
con alegría, y darles el tan ansiado sustento
con amor, caricias, protegiéndolos y amando.

Sería paz, para esta bendita tierra
que se bate en guerra y desgracias
que le matan y le arrebatan la alegría
sin pudor, injustamente, y por la fuerza.

Saciaría la tierra yerta, y a todos los sedientos
sería agua fresca, virtuosa, en manantiales
regaría al polvo, en los campos y los trigales
calmaría el dolor, al que padece sufrimiento.

Daría un trozo de mi vida, por un amor
Indagando y buscando dicha y consuelo
en el martirio de las noches de mis desvelos
y de ti mujer, beber de tu boca y tu calor.

Si yo pudiera:
qué no daría,
qué no haría,
qué no sería.
Para ser feliz.

Aprender a amar, es casi como aprender a volar.
Y no hacen falta ni la brisa ni las alas.
La fuerza del amor, nos llevará más cerca del cielo





Niciun comentariu:

Trimiteți un comentariu