Ser un manantial, de agua pura, y cristalino
bañaría con la frescura de mi alimento divino
todas las cimientes en valles, bosques y el trigo
de las flores , la familia, al hombre y al niño.
Sería Cóndor, de los cielos, de cuello blanco
amaría a la bella de las nubes, el Águila dorada
y juntos volar hasta los más alejadas madrugadas
escudriñando los hermosos ocasos y alboradas.
Si pudiera, sería sol, y alimentaría y daría vida
a todo el ser que quiera, que crezca y viva
alejándolo de las frías y desoladas penumbras
a aquél que con corazón y alma, ame y quiera.
También sería viento, para llevar las tormentas
darles mi savia y regando a los secos desiertos
también toda mi alma, mi agua y mi sustento
a la arenas calientes y grises, tristes y yertas.
Seria luna, que con su bella luz y pura blancura
cómplice de caricias, luz del amor y la esperanza
de los enamorados, en las ardientes madrugadas
de su pasión, de sus bocas, besos y dulce locura.
Sería un ángel, custodia de los niños, jugando
quitarles el frio, dolor, el hambre y sufrimiento
con alegría, y darles el tan ansiado sustento
con amor, caricias, protegiéndolos y amando.
Sería paz, para esta bendita tierra
que se bate en guerra y desgracias
que le matan y le arrebatan la alegría
sin pudor, injustamente, y por la fuerza.
Saciaría la tierra yerta, y a todos los sedientos
sería agua fresca, virtuosa, en manantiales
regaría al polvo, en los campos y los trigales
calmaría el dolor, al que padece sufrimiento.
Daría un trozo de mi vida, por un amor
Indagando y buscando dicha y consuelo
en el martirio de las noches de mis desvelos
y de ti mujer, beber de tu boca y tu calor.
Si yo pudiera:
qué no daría,
qué no haría,
qué no sería.
Para ser feliz.
Aprender a amar, es casi como aprender a volar.
Y no hacen falta ni la brisa ni las alas.
La fuerza del amor, nos llevará más cerca del cielo
bañaría con la frescura de mi alimento divino
todas las cimientes en valles, bosques y el trigo
de las flores , la familia, al hombre y al niño.
Sería Cóndor, de los cielos, de cuello blanco
amaría a la bella de las nubes, el Águila dorada
y juntos volar hasta los más alejadas madrugadas
escudriñando los hermosos ocasos y alboradas.
Si pudiera, sería sol, y alimentaría y daría vida
a todo el ser que quiera, que crezca y viva
alejándolo de las frías y desoladas penumbras
a aquél que con corazón y alma, ame y quiera.
También sería viento, para llevar las tormentas
darles mi savia y regando a los secos desiertos
también toda mi alma, mi agua y mi sustento
a la arenas calientes y grises, tristes y yertas.
Seria luna, que con su bella luz y pura blancura
cómplice de caricias, luz del amor y la esperanza
de los enamorados, en las ardientes madrugadas
de su pasión, de sus bocas, besos y dulce locura.
Sería un ángel, custodia de los niños, jugando
quitarles el frio, dolor, el hambre y sufrimiento
con alegría, y darles el tan ansiado sustento
con amor, caricias, protegiéndolos y amando.
Sería paz, para esta bendita tierra
que se bate en guerra y desgracias
que le matan y le arrebatan la alegría
sin pudor, injustamente, y por la fuerza.
Saciaría la tierra yerta, y a todos los sedientos
sería agua fresca, virtuosa, en manantiales
regaría al polvo, en los campos y los trigales
calmaría el dolor, al que padece sufrimiento.
Daría un trozo de mi vida, por un amor
Indagando y buscando dicha y consuelo
en el martirio de las noches de mis desvelos
y de ti mujer, beber de tu boca y tu calor.
Si yo pudiera:
qué no daría,
qué no haría,
qué no sería.
Para ser feliz.
Aprender a amar, es casi como aprender a volar.
Y no hacen falta ni la brisa ni las alas.
La fuerza del amor, nos llevará más cerca del cielo
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